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¿Qué tiene de bueno pasar frío?

¿QUÉ TIENE DE BUENO PASAR FRÍO?

 

Hay cosas que se benefician de las crisis; prosperan y crecen al verse expuestas a la volatilidad, al azar, al desorden y a los estresores, y les encanta la aventura, el riesgo y la incertidumbre. Pero, a pesar de la omnipresencia de este fenómeno, no existe una palabra que designe exactamente lo contrario de frágil. Lo llamaremos antifrágil”.

                Nassim Nicholas Taleb

 

Al igual que los huesos, que se refuerzan ante las cargas, tanto en nuestro cuerpo, nuestra mente como en el resto del Universo los factores estresantes son necesarios para que un sistema mejore.

Como puede verse en la teoría de la selección natural de Darwin, es necesario que existan situaciones desfavorables que permitan que unos individuos se adapten mejor que los otros y que transmitan a su descendencia esta mejora adaptativa.

En esto se basa la evolución.

Lo robusto es lo que resiste al estrés, como sería una piedra. Sin capacidad de adaptación.

Lo antifrágil sería lo que logra adaptarse y  mejora ante el estrés.

En la mitología griega encontramos ejemplos de beneficiarse ante el daño: en el Ave Fénix, que resurgía de sus cenizas, o en la Hidra: cada vez que Hércules le cortaba una de sus cabezas, le salían dos.

(En la Naturaleza también encontramos ejemplos claros de esto: contamos con órganos duplicados: dos riñones, dos ojos, y material genético “redundante” en nuestros cromosomas).

 

En esto consiste la “Hormesis”: la capacidad de adaptación y sobrecompensación ante estresores  nos beneficia.

Al igual que se consigue mejorar la forma física a través del estrés del entrenamiento.

En lo referente a la salud, podemos encontrar sencillas aplicaciones prácticas de esta capacidad para la mejora continua:

Nunca hasta ahora en la Historia de la Humanidad hemos gozado de tanta seguridad y comodidad, pero la búsqueda de la comodidad nos hace frágiles.

En la avanzada sociedad occidental estamos muy cómodos en el sofá viendo la televisión y comiendo comida procesada: este el camino a la debilidad, en forma de obesidad, sedentarismo y envejecimiento prematuro.

Hay que introducir factores estresantes que nos den la oportunidad de adaptarnos.

Además de fortalecer nuestros huesos, músculos, nuestro sistema cardiovascular y neurológico, podemos “activar” nuestros genes de la longevidad a través del ayuno intermitente y la exposición al frío y al calor, al activar los sistemas de regeneración celular que perciben  que se está produciendo un daño, cuando en realidad éste está controlado.

Como si fuéramos un ejército, debemos prepararnos cuando no estamos en guerra para cuando surja la ocasión.

En definitiva: debemos proporcionar a nuestro cuerpo de forma voluntaria hambre, esfuerzo y frío si queremos vivir más y mejor.

VAMOS, JOVEN.

Es muy probable que puedas volver a usar tu articulación como antes de lesionarte (y sin operarte)

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