Cuando estaba estudiando Medicina me contaron que el envejecimiento se producía por los daños genéticos acumulados: al acumularse los errores de información en los genes se producían anormalidades celulares y los tejidos se deterioraban.
Durante décadas, una teoría reinante en el campo fue que el envejecimiento surge de una acumulación de cambios en el ADN, principalmente mutaciones genéticas, que con el tiempo impiden que más y más genes funcionen correctamente. Estos fallos, a su vez, hacen que las células pierdan su identidad, de modo que los tejidos y los órganos se descomponen, lo que provoca enfermedades y, en última instancia, la muerte.
Sin embargo, en los últimos años, los estudios han insinuado cada vez más que hay más en la historia…
Por ejemplo, algunos investigadores descubrieron que algunas personas y ratones con altas tasas de mutación no muestran signos de envejecimiento prematuro. Otros observaron que muchos tipos de células envejecidas tienen pocas o ninguna mutación.
¿Cómo es esto?
Los investigadores comenzaron a preguntarse qué más funciona con o en lugar de cambios en el ADN para causar el envejecimiento: los cambios epigenéticos.
Estos consisten en la activación o no de determinados genes según influencias externas, lo que explica que dos células que aunque tengan tienen genes iguales (en principio todas nuestras células contienen la misma información genética) una se haga célula ósea y la otra se haga célula muscular, por ejemplo.
Y alteraciones en la activación de determinados genes pueden dar lugar a daño y envejecimiento aunque no se altere el código genético.
La epigenética es como el sistema operativo de una célula, que le dice cómo usar el mismo material genético de manera diferente.
Muy bien, dr Gallego, Y ¿para qué me cuentas esto?
Ahora verás:
Primero, porque a un japonés llamado Dr Yamanaka le dieron el Nobel por conseguir que con ciertas moléculas: los “factores de Yamanaka”, una célula adulta podría convertirse en una célula madre. Vamos, que activando ciertos genes, la célula rejuvenecía.
Imagina cuando te puedan inyectar los Factores de Yamanaka de forma segura, te vas a quedar hecho un chaval.
Te iré informando
Pero lo más importante es que, aunque tú no puedes elegir lo que te ha tocado en la lotería genética, puedes influir en cómo se activan los genes al influir sobre la epigenética, y puedes, mediante un estilo de vida saludable y otros trucos, ayudar a regenerarte.
Vamos, que si mides 1,60 no vas a ir nunca a jugar a la NBA, pero harás a los 50 lo que hacías con 30, o casi.
Bueno, que no culpes a tu mala genética de tu cuerpo-escombro, sino más bien a tus hábitos, que, por cierto, es lo único que de momento puedes cambiar.
El resto déjaselo a la Ciencia.
Es muy probable que puedas volver a usar tu articulación como antes de lesionarte (y sin operarte)
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